(Si se tratara de una metáfora, ya no sé si la llovizna sobre Sachsenhausen son los recuerdos que se niegan a dejar secarse la sangre en el suelo o si las gotas son los intentos de negar, de minimizar, de relativizar, de explicar)
Rosas de recuerdo a prisioneros políticos, a judíos, a miembros de la resistencia de muchos países que fueron encerrados en la cárcel del campo y allí murieron.
Visitas guiadas para no olvidar, con banderas de Israel, donde la política de Estado parece ser olvidar, no perdonar y no aprender. Convertirse en racistas hijueputas contra otro pueblo. Menos mal allá también hay divergencias políticas y resistencia.
Estatuas, velas, monumentos, placas que recuerdan.
Y el recuerdo más grande y más vivo de todos: Sachsenhausen.
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