domingo, 14 de junio de 2009

Sachsenhausen 1


Después de la perplejidad viene la acción. Así que, con la nueva información del pasado familiar, con el enorme respaldo de C. y con más familia a bordo, decidimos ir a conocer un campo de concentración. Uno. Alguno. Comoe ra lo punico posible, fuimos al más cercano a Berlín: a menos de una hora en el tren de cercanías,a las afueras de un pueblito llamado Oranienburg. A la vista de los vecinos. Las indicaciones decían que fue un campo de concentración y no de exterminio. También resaltaban que era un campo pequeño.

Hay muchas cosas por decir, pero lo que me impactó fue su tamaño. Es absolutamente inmenso, y eso que una buena parte de lo que fue el campo (con barracones militares, fábirca y dársenas propias, jardines y campos de práctica para los SS y demás) ya desapareció. Pero caminamos y caminamos tras las huellas de cientos de miles de comunistas, judíos, homosexuales, socialistas, testigos de jehová, romaníes, prisioneros soviéticos. Cientos de miles de diferentes. Cifras que suenan vacías y que no logro meter en mi cabeza; pero las dimensiones del campo, el cansancio al caminarlo como turista, la insistente llovizna y, sobre todo, la sensación de desolación, dejan una impresión sobrecogedora pese a que creo que no son sino una huella de polvo sobre la superficie de lo que allí pasó.

Y Sachsenhausen es un campo pequeño.

No hay comentarios: